Domingo 28 de agosto
Diez días antes de la
Vuelta al Cole
Empiezo este blog en los últimos días
después de mi primer verano como amo de casa, mientras un calor de horno entra
por la ventana y mis hijos se están dando de hostias en su habitación. Que se
metan a gusto, ya iré yo luego a castigar al que quede con vida... Pero no,
obviamente no podemos hacer eso. Voy y vuelvo. Paciencia. Al fin y al cabo,
sólo quedan diez días para la Vuelta al Cole.
Claudia estaba viendo vídeos de gatos y
Paquito quería ver vídeos de magia. Están tumbados en la cama de Claudia con el
portátil escondido entre una maraña de peluches, la sábana en el suelo y varias
docenas de tarjetas de visita garabateadas. Esta mañana han estado jugando a la
tienda de animales y han puesto letreros, uno por cada tipo de animal. Había PINUINOS metidos en un cubo de la
playa, con la arena de la playa formando pequeñas dunas a su alrededor, encima
del colchón. Había GATICOS en un
carrito de juguete, un PERIKITO
colgando de la puerta del armario, agarrado a uno de los collares de su madre, PEZES dentro de un túper con agua,
encima de la otra cama, y media docena de VUROS
rodeados por un círculo de plasti infranqueable. La tienda de animales ha
tenido que cerrar porque su único cliente, o sea yo, ha acabado hasta los
cojones de levantarse de la mesa cada dos minutos para fingir que compraba un PERRO por cien euros o un CAVALLO por ocho céntimos, y ahora
están en manos de la red de redes.
Es mi primer verano como amo de casa,
mi primer verano como opositor y el cuarto desde que me fui al paro a los
cuarenta años, hace de eso cuatro años. Este mediodía les he hecho por vez primera
puré de patatas y me ha salido genial, nos hemos puesto morados. He cometido el
error de dejar la batidora en pie en medio de la olla mientras iba a la nevera
a por algo más de leche y se ha volcado, arrastrando el bote de metal con el
aceite usado. El aceite estaba recién sacado de la sartén, por lo que al ir a
limpiarlo de los cajones y del suelo me he puesto los dedos al rojo vivo. Ahora
hay una toalla de playa cubriendo el estropicio, a la espera de que me ponga a
pasar la fregona. Claro que antes tendré que recoger la mesa y lavar los
cacharros. Por suerte su madre ha quedado esta noche para irse de cena con los
compañeros del restaurante, así que tengo hasta la 1 o las 2 de la mañana para
desfacer el entuerto.
Por lo demás mi hijo Paquito ya me está
pidiendo la merienda aunque son las 5 y hemos acabado de comer a las 3 y media;
Rosada,
nuestro pez, está golpeando animadamente la pecera y Pinchitos, la tortuga
autista, sigue en la misma posición en la que la he rescatado esta mañana del
lavabo, donde Claudia la había metido para jugar un poco a las cataratas. Me he
leído por encima el tema 2 de Correos y no acabo de entender la diferencia
entre carta normalizada y sin normalizar. ¡Ah! Y acabo de recordar que llevo
tres días sin regar las plantas; lo voy a hacer ahora mismo, antes de que se
ponga a llover.
La Palabra de Claudia: Raspichón. Herida de poco calado
que te haces en el brazo, la pierna o la rodilla cuando tropiezas al ir por la
calle corriendo. Es imprescindible que tenga algo de sangre, y sólo se cura
poniéndole una tirita, como todas las heridas del mundo.
Puede emplearse en sentido literal
"Pijo, vaya raspichón me he hecho en la pierna, ponme una tirita" o
metafórico "Cuando me veo a los 44 años en el paro, cuidando niños,
tratando de volver a estudiar a mis años, siento un raspichón en el pecho que
se me sale el alma".
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